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Mapasingue

Raquel, Francisco y Jonathan

 

Sobre su llegada

Raquel nació en el cantón Santa Lucía. Hace 20 años emigró a Guayaquil para darle un futuro mejor a sus hijos. Ella consiguió un trabajo en una peluquería cerca de Mapasingue, donde luego de un tiempo pudo comprar un terreno junto a su hermana Karina y construir una casa (poner tiempo).

 

El barrio mapasinguero al que Raquel se mudó con sus 5 hijos se llama Cordillera del Cóndor. Cuando llegaron compartieron el solar con un templo budista y se abastecieron de agua con la pileta de uno de los vecinos, pues aún no llegaba el agua hasta arriba del cerro.

 

El vecino dueño de la pileta es de Pedro Carbo, Raquel y él son excepciones en una comunidad mayoritariamente manaba, mayormente llena de migrantes nacionales que empezaron a llegar por montones al mismo tiempo que Raquel se mudó. Las casas de patios grandes que ella veía se fueron transformando en casas con pequeños departamentos para alquilar (3’20”).

 

Con las nuevas llegadas se fueron estableciendo pandillas que manejaban las calles con autoridad. Era seguro encontrar varios asaltantes a lo largo de las escalinatas principales, además el microtráfico proliferaba en las calles cerca de la casa de Raquel. El miedo la obligó a establecer hábitos por la seguridad de su familia: no salir muy tarde sin compañía y nunca dejar que conocidos suban sin compañía de un residente al cerro. Francisco, el esposo de Raquel, tuvo que integrarse pacientemente a las dinámicas del barrio. A su llegada, los hijos de Raquel debían acompañarlo a subir para que no sufra un asalto, pues los maleantes no atacan a habitantes vecinos.

 

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Familiaridad con los pillos

Jonathan, el hijo mayor de Raquel, decide tomar una estrategia distinta a la de evadir a los antisociales.

 

Antes ahorita el barrio como que se ha limpiado un poco. Antes se veía harta tricimotos y personas medias… con malos antecedentes ya se mataron.

J: En el tiempo en el que llegamos. Eso era bien difícil. En esas escalinatas (señala por donde subimos) alguien desconocido no podía subir. Porque ahí mismo le roban y bueno… váyase como pueda.

¿Pero a los conocidos los ladrones no les robaban?

Los conocidos ya venían a darle 25 ctvs. Yo casi nunca les di. Yo desde que llegamos aquí “qué fue, fulano”. Lo que hice fue conocer, conocer. Se fueron que incluso cuando estaban aquí, ahí había una ventana (señala a la ventana) ahí veíamos para allá clarito. Empezaban a fumar la marihuana…

 

 

El nombre

Raquel y su familia discuten sobre el nombre del barrio en el que han vivido hace más de 15 años. Afirman que para algunos puede ser Colinas del Cóndor, para otros Cordilleras del Cóndor o hasta Colinas de Urdenor. Jonathan se decide por nombrarlo Colinas de Urdenor cuando toma un taxi.

 

Accesibilidad

Se puede entrar en carro por la parte superior del cerro y por la parte de abajo, pero como Raquel y su familia están en medio deben escalar decenas de escalones todos los días (poner tiempo, Jonathan diciendo que le gusta caminar o Raquel quejándose).

 

 La 108, la 54 (por Las Aguas), los carros que van a la av. Martha de Roldós, desde la villa de Raquel es necesario caminar una larga distancia.

 

En la actualidad

 

Según los habitantes, la diferencia entre el barrio de cuando llegaron y el de ahora es notoria. “El barrio se ha limpiado” comentan, por la disminución de asaltos y de la presencia de microtraficantes. Sin embargo, por las noches el humo de jóvenes que eligen las calles del cerro para fumar sigue llegando a la ventana de Raquel.

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Urdesa

María Eugenia

 

María Eugenia es de Vinces, de la provincia de Los Ríos. Ella se casó con su esposo Carlos, un guayaquileño en 1967 y se mudó a la casa de sus suegros en Urdesa.

 

Cuando La nena, como le dicen sus amigos, llegó a la Víctor Emilio Estrada Urdesa era una ciudadela exclusiva, residencia de las personas más acaudaladas de Guayaquil. El auge de migrantes que empieza a darse en la década de los 80 provoca el crecimiento desordenado de la ciudadela.

 

El seguimiento de los servicios básicos a la población emergente tardó algunos años.

 

Sobre el barrio

 

En la década de los 90 empieza a cambiar el uso del suelo de la avenida principal. Lo que la Nena conoció como una comunidad unida de personas se convirtió en otro centro comercial de la urbe. Los 33 años que ella vive en la casa de la infancia de su esposo le sirven para ser testigo de la trasformación.

 

La nena comenta las incontables veces en las que le han ofrecido vender su casa para abrir todo tipo de negocios en ella. Incluso sus cuñados quieren comprar el solar para hacer un edificio.

 

La delincuencia

 

“La delincuencia está horrible. Ya cuando vino gente a Mapasingue (…) Comenzaron a venir acá y era así como una pena. Porque se dañó Urdesa”.

 

Debido a la proliferación de robos en el sector, los vecinos de la Nena decidieron migrar a otras partes de la ciudad, específicamente a Los Ceibos y Samborondón (13’).

 

Los habitantes de Urdesa parecen llegar a la conclusión de que a raíz de las invasiones el índice de crímenes aumenta (20’).

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